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Juan Gonzalo Rose

  Juan Gonzalo Rose

«Mi corazón limita con el mar,
por las noches; con tu amor,
por mi cuerpo».

  Reloj de bolsillo

Las horas no transcurren
cuelgan inmóviles
de un alambre invisible.

Mi cuerpo se hace piedra
varada por el mar
en una playa hueca
sin siquiera el consuelo
de un salino cantar

Piedra que mira quieta
la habitación vacía
el mismo muro blanco
como fecha sin dia.

¿Dónde te fuiste tiempo
que antes correteabas
entre mis pies de yeso?
las horas no acumulan
su forraje de hiedra
los minutos no avanzas
hacia el pie de la estatua
reloj de bolsillo.

El sol se hace una mancha
atrapada en el agua.
El tiempo se hace eterno
y deben ser las 4
pajareando mi casa.

GEOGRAFÍA IMPLACABLE

Mi corazón limita con el mar,
por las noches; con tu amor,
por mi cuerpo.
Entre islas fragantes y tus manos pequeñas
mi distancia se extiende.
A veces en los vientos marineros me pierdo,
a veces en los actos de tu vida
me encuentro.
A veces yo confundo tus brazos en la sombra con un blanco archipiélago,
a veces en tus ojos diviso el mar abierto.
Si me ausento no vayan
a las altas montañas:
buscadme entre las algas de la mar más cercana,
o en los bosques de sombra que derrama su pelo.
Si me muero, buscadme en las altas montañas.
Cual un ave sombría me hallaréis en la nieve
largamente dormido,
sin saber si me han muerto de la mar las nostalgias,
o la gran marejada que desata su olvido.

LOS MALOS POEMAS

No los destruyas.
No los eches
al pozo de los cielos.

Tal vez ellos retornen
después que la belleza
se haya ido.

Cuando la soledad
camine libremente
de la cama hasta el patio
y mi casa parezca
-al ojo del infante-
algún enorme erizo.

Entonces,
quizás entre sus líneas
descubras un instante
inadvertido;
la palabra extraviada
en domingos zoológicos;
algo más verdadero que lo hermoso.

Nadie sabe.
Consérvalos.

Cambia tu piel. También
la piel del mundo.
Pero el poema queda
guardando su misterio.

Tal vez no hay en tu cuerpo
-todavía-
esa única lámpara
con la que puedes verlo.

GASTRONOMIA

Para comerse un hombre en el Perú
hay que sacarle antes las espinas,
las vísceras heridas,
los residuos de llanto y de tabaco.
Purificarlo a fuego lento.
Cortarlo en pedacitos
y servirlo a la mesa con los ojos cerrados,
mientras se va pensando
que nuestro buen gobierno nos protege.

Luego:
afirmar que los poetas exageran.

Y como buen final:
tomarse un trago.

EXACTA DIMENSIÓN

Me gustas porque tienes el color de los patios
de las casas tranquilas…

y más precisamente:
me gustas porque tienes el color de los patios
de las casas tranquilas
cuando llega el verano…

Y más precisamente:
me gustas porque tienes el color de los patios
de las casas tranquilas en las tardes de enero
cuando llega el verano…

y más precisamente:
me gustas porque te amo.

El vaso

Roto ha de estar, supongo,
el vaso cojo de mi antigua casa.
¡Cómo ha podido contener, él solo,
el agua toda que bebí en mi infancia!

Alguna mano familiar y amiga
debió romperlo —una tarde, acaso—,
y toda el agua de mi infancia rota
cayó en mi alma, viuda de ese vaso.

No lo neguéis (mamá, no ha sido adrede):
desde aquí estoy viendo,
parado y solo en terraplén extraño,
el agua de mi infancia derramada.

Así como yo cuido mi corazón, cuidadme
los amados objetos de ese reino
que edifiqué con risa ya llorada.

Ayer —no me lo dijo nadie: lo he sabido
como se advierte el olor del llanto
en la cama de hotel que nos cobija—,
alguien ha roto el vaso donde un niño
supo peinar la sed de lo jugado.

Por eso insisto:
guardad las cosas del que está lejano,
defendedlas de los vuelos terribles de la mano.

Estar ausente tantos años hace
sentirse un muerto al vivo más presente,
y por eso perdono (yo, el culpable)
tanto naufragio,
tanta rotura de alma impunemente.

Pero el vaso, no; el vaso, nunca:
otros vasos habrá, pero ninguno
que conserve los versos de la fuente.

LAS CARTAS SECUESTRADAS

Tengo en el alma una baranda en sombras.
A ella diariamente me asomo, matutino,
a preguntar si no ha llegado carta;
y cuántas veces
la tristeza celebra con mi rostro
sus óperas de nada.

Una carta.

Que me escriba una carta quien me hizo
los ojos negros y la letra gótica,
que me escriba una carta aquella amiga
analfabeta de pasión cristiana;
duraznos de mi tierra: que me escriban,
vientos los de mi rambla: que me escriban,
y redacte una carta pequeñita
mi hermana abecedaria y pensativa.

Muertos los de mi infancia
que se fueron
dormidos entre el humo de las flores,
novias que se marcharon
bajo un farol diciendo eternidades,
amigos hasta el vino torturado:
¿no hay una carta para Juan Gonzalo?

Si no fuera poeta, expresidiario,
extranjero hasta el colmo de la gracia,
descubridor de calles en la noche,
coleccionista de apellidos pálidos:
quisiera ser cartero de los tristes
para que ellos bendigan mis zapatos.

El día que me muera ¿en una piedra?
el día que navegue ¿en una cama?
desgarren mi camisa y en el pecho
¡manos sobrevivientes que me amaron!
entierren una carta.

SI UN ROSAL SE MUERE

Si un rosal se muere
herido de aromas,
y se hunde en el polvo
su rosa mejor
el jardín recoge
aquel mismo aroma
y sobre el olvido
dibuja otra flor.

Si un amor nos quita
la luz de la vida,
y en la despedida
nos ciega el dolor
la vida recoge
la luz de esa herida
y en la despedida
renace otro amor.

Así tu corazón dejó
nubes de invierno
en el cielo
doliente del adiós
más traerá el estío
su costumbre de rosas
y la más hermosa
me dará su amor.

TOCATA Y FUGA

Te busco, Muerte. Te busco
y no te encuentro.

Entre la nada te busco
y te busco
entre la gente.

Y no te encuentro.

Pero cuando tú
me busques…
todo será diferente.

 Tu voz (vals peruano)

Está mi corazón llorando
su pasión, su pena
y la antigua condena
escrita por los dos

Afuera creo ver tu sombra
renacer serena
bajo aquel mismo sol
que un día se llevó tu voz

Tu voz,tu voz,tu voz,tu voz existe
tu voz tu larga voz, tu voz persiste
anida en el jardín de lo soñado
inútil es decir que te olvidado,porque

Tu voz,tu voz,tu voz,tu voz existe
anida en el jardín de lo soñado
inútil es decir que te olvidado.

Si un rosal se muere (vals peruano)

Si un rosal se muere herido de aromas
y se hunde en el polvo su rosa mejor
el jardín recoge aquel mismo aroma
y sobre el olvido dibuja otra flor.

Si un amor nos quita la luz de la vida
y en la despedida nos ciega un dolor
La vida recoge la luz de esa herida
y en la despedida renace otro amor (bis).

Así tu corazón dejó nubes de invierno
en el cielo doliente del adiós
más traerá el estío su costumbre de rosas
y la más hermosa le dará su amor (bis).

Así tu corazón dejó nubes de invierno
en el cielo doliente del adiós
más traerá el estío su costumbre de rosas
y la más hermosa le dará su amor (bis).

El vals «Si un rosal se muere» de Juan Gonzalo Rose,
interpretado por Tania Libertad, ganó el «Festival de la Canción Peruana».

Enlaces recomendados:

  1. Estudios sobre el poeta

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